Vulnerable a las transformaciones degenerativas, resiste el psiquismo y a través de sus neuronas cerebrales se exterioriza, afirmando así la preexistencia de la conciencia, independiente de las moléculas que constituyen su organización material.
La conciencia, en su realidad, es un factor extrafísico no producido por el cerebro, puesto que posee los elementos que la consustancian de forma que se le torna necesaria para manifestarse.
Esa energía pensante, preexistente y superviviente al cuerpo, evoluciona a través de las experiencias reencarnatorias, que constituyen un proceso de adquisición de conocimientos y sentimientos hasta lograr la sabiduría. Como consecuencia se hace heredera de sí misma, utilizando los recursos que almacena e invierte en etapa tras etapa para logros más avanzados.