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quinta-feira, 17 de junho de 2010

Masones ¿ Secta,religion,espiritismo,magia?



Seguramente, cuando estudiamos historia en el colegio escuchamos miles de veces los nombres de José Miguel Carrera, Bernardo O´Higgins, Manuel Blanco Encalada y Pedro Montt, quienes compartían diferentes ideales políticos, religiosos y sociales. Es el caso, además, de Arturo Alessandri Palma, Carlos Ibáñez del Campo y Salvador Allende, entre otros, separados por diferentes épocas. Sin embargo, a todos ellos los une un pasado en común. De alguna manera todos ellos y muchos más se vincularon a la Masonería u organismos que funcionaban como Logias como el caso de las Lautarinas.


Quién podría imaginar que integrantes de la derecha y la izquierda política chilena pertenecen a una orden secreta, que en este último tiempo ha experimentado una apertura ante la sociedad: La Masonería.-


Gran parte de las personas tienen un concepto de ella, que nace debido al nivel de desconocimiento que existe. Algunas veces, estas definiciones no son las más apegadas a la verdadera esencia de un masón.

En la página oficial de la masonería chilena se narra así el origen de la orden: “La masonería que da origen a la actual "Gran Logia de Chile", surge en el puerto de Valparaíso el 7 de julio de 1850, al fundarse "L'Etoile du Pacifique" por un grupo de artesanos franceses emigrados al principal puerto chileno. Tres años más tarde, de su seno, por iniciativa de Manuel de Lima y Sola, se funda la "Unión Fraternal", primer taller masónico formado por chilenos y de habla castellana. El 24 de mayo de 1862 "Unión Fraternal", "Fraternidad" (de Concepción), y "Orden y Libertad"; (de Copiapó) se independizan del Gran Oriente de Francia y, junto a la Logia "Progreso" fundada en Valparaíso el mes anterior, dan origen a la Gran Logia de Chile”.

El origen de la logia en el mundo aún no es claro, lo que si se conoce es que la historia de la masonería está íntimamente ligada a la historia de los constructores, arquitectos y albañiles de la antigüedad. Existen muchas personas que afirman que el origen de esta fraternidad es milenaria, y se relaciona con la construcción del Gran Templo de Israel a cargo del Rey Salomón, la sitúan en el antiguo Egipto, Grecia o Roma, incluso en las Constituciones de Anderson (1723) y además se remontan a la era de Adán y Eva hasta pasan por Jesucristo. Todo esto es falso y son simples alegorías y se relaciona con metáforas masónicas que pretenden ilustrar los principios y valores de la orden.

El espiritismo y la Masoneria en Chile.


El espiritismo en la Masonería


Manuel Romo Sánchez

El espiritismo comenzó a difundirse por el mundo luego de la conocida experiencia de las hermanas Fox, en Estados Unidos, el año 1848.

El fenómeno se divulgó rápidamente desde Norteamérica a Europa haciendo furor en la alta sociedad y transformándose en una moda. Hombres y mujeres se reunían en sus salones para invocar a los espíritus. Estas entidades respondían moviendo objetos, por lo cual se llamó al fenómeno “mesas giratorias” o “danza de las mesas”. Más tarde se elaboró un sistema para que el espíritu se comunicara usando el alfabeto por medio de golpes y luego se adaptó un lápiz a una pequeña cesta que se desplazaba sobre un papel, escribiendo. Poco después adquirió protagonismo el médium, una persona – normalmente una mujer o un niño – que servía como canal para que el espíritu escribiera o hablara.

El más conocido investigador y divulgador de este fenómeno fue el francés Hippolyte Léon Denizard Rivail (1804-1869), conocido por su seudónimo Allan Kardec, autor de obra titulada “El Libro de los Espíritus” (1857), acerca de la naturaleza de los espíritus y el mundo de estas entidades.

En breve, el espiritismo creó una cosmovisión distinta a las existentes hasta entonces, sus adeptos se negaron a constituirse en una institución con jerarquía, repudiaron a las iglesias y a su clerecía, manteniendo su independencia.

El interés por el espiritismo surgió en Chile a partir de una traducción que se hizo en Chillán, en 1862, del libro de Allan Kardec. Su lectura fue inmediatamente condenada por la Iglesia, pero en los círculos liberales – donde se hacía gala de librepensamiento – despertó mucho interés. Diez años más tarde ya existía en Santiago un centro espiritista.

Destacados personajes de las letras y de la intelectualidad participaron activamente en actividades de esta naturaleza, como Eduardo de la Barra, Jacinto Chacón y sus sobrinos Arturo y Ricardo Prat Chacón.

El masón Jacinto Chacón actuó como médium a partir de 1875, creando un círculo espiritista en Valparaíso, en el cual también participaba su esposa, Rosario Orrego. A estas sesiones se unió el sobrino de ambos, Arturo Prat Chacón, anhelando comunicarse con su hija y su padre fallecidos. La esposa de Prat, Carmela Carvajal, siguió participando en estos encuentros después de la muerte del héroe para mantener contacto con su espíritu.

Uno de los detractores de esta actividad fue José Ramón Ballesteros, que en 1874 escribió: “El espiritismo ha llegado a ser, en los tiempos que corren, el credo religioso de muchas personas que ayer no más formaban en las filas del racionalismo y del libre pensamiento”. Poco más tarde, sin embargo, él mismo fue conquistado por el espiritismo y se transformó en uno de sus divulgadores.

Señala Manuel Vicuña en su obra “Voces de ultratumba. Historia del espiritismo en Chile” (Santiago, 2006) que “los padres fundadores del movimiento espiritista ya en la década de 1870 procuraron instruir a los obreros, en conferencias impartidas en el Instituto Nacional, sobre las bondades de la ciencia moderna como liturgia laica del conocimiento que celebra la magnificencia de la creación divina”.

Gran crítico del espiritismo fue Juan Enrique Lagarrigue, quien escribía en el diario El Ferrocarril, de Santiago, el 12 de septiembre de 1907, diciendo que “puede considerarse al espiritismo como una temible epidemia de las almas que hace peligrar la

razón y que fomenta el más deplorable orgullo, tornando a cualquier individuo, por desprovisto que se halle del saber en una especie de maestro soberano”.

Lagarrigue era materialista y había visto dificultado su ingreso a la Masonería en 1878 porque negaba la existencia de Dios y no creía en la existencia del alma. No obstante, fue iniciado en la Logia Verdad Nº 10, el 9 de julio de ese año, y fue un gran intelectual chileno, difusor del positivismo.

Hacia 1900, había centros y círculos espiritistas en distintas ciudades y pueblos de Chile y proliferaron incluso entre los obreros de las oficinas salitreras.

Se publicaron varias revistas de divulgación, partiendo por la Revista de Estudios Espiritistas, Morales y Científicos, publicada en Santiago, entre 1875 y 1877, a la que siguió la Revista Espiritista, editada en Valparaíso en 1887.
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