LA RECUPERACIÓN DEL ESPÍRITU
Al seguir la evolución de las almas de algunas personas aquejadas de cáncer,
a menudo he observado que, en su infancia, una persona importante para ellas —el
padre, la madre o un maestro— les dijo algo así como «nunca harás nada bueno», o
«siempre serás una nulidad».
a menudo he observado que, en su infancia, una persona importante para ellas —el
padre, la madre o un maestro— les dijo algo así como «nunca harás nada bueno», o
«siempre serás una nulidad».
Quizás ese comentario no duró más de tres segundos,
pero esos tres segundos dominaron el resto de la vida de esa persona. Si alguien
puede estar dominado por un comentario de tres segundos, ¿cree usted que será
capaz de crear su propia realidad? Yo no. Es esa negatividad la que crea su
realidad, y el desafío que tiene ante sí es serlo suficientemente fuerte para recuperar
su espíritu.
Cuando lea las siguientes palabras y realice el ejercicio que indico a
continuación, tenga presente que es realmente usted quien crea su realidad. Imagine
un gran círculo ante sí, y luego visualice su prana, su fuerza vital o su gracia,
penetrando por la parte superior de su cabeza. Ahora elija: ¿cómo desea distribuir su
prana? Tal como lo distribuya, regresará a usted. Usted le dice a su espíritu:
«Regresa a ese acontecimiento tan amargo que me ocurrió en el pasado y mantenlo
vivo para mí, y luego tráeme sus frutos.» Y con esos frutos usted alimenta su tejido
celular.
pero esos tres segundos dominaron el resto de la vida de esa persona. Si alguien
puede estar dominado por un comentario de tres segundos, ¿cree usted que será
capaz de crear su propia realidad? Yo no. Es esa negatividad la que crea su
realidad, y el desafío que tiene ante sí es serlo suficientemente fuerte para recuperar
su espíritu.
Cuando lea las siguientes palabras y realice el ejercicio que indico a
continuación, tenga presente que es realmente usted quien crea su realidad. Imagine
un gran círculo ante sí, y luego visualice su prana, su fuerza vital o su gracia,
penetrando por la parte superior de su cabeza. Ahora elija: ¿cómo desea distribuir su
prana? Tal como lo distribuya, regresará a usted. Usted le dice a su espíritu:
«Regresa a ese acontecimiento tan amargo que me ocurrió en el pasado y mantenlo
vivo para mí, y luego tráeme sus frutos.» Y con esos frutos usted alimenta su tejido
celular.
Ejercicio: Recuperar su espíritu
No es sencillo recuperar el espíritu que perdimos hace tiempo, no sólo debido
al auténtico dolor que experimentamos en su momento, sino también a que el hecho
de permanecer en recuerdos llenos de ira o amargura puede convertirse en un
hábito. Es tan fácil que nuestro espíritu regrese a donde hemos enterrado nuestro
pasado que la conciencia no capta su energía y al final simplemente nos advierte de
que nuestro espíritu se ha instalado en el pasado. Así, al cabo de un tiempo, ni
siquiera tenemos que activar de forma consciente nuestro pasado traumático; se
activa automáticamente.
El proceso para devolver esta energía al presente empieza por realizar algunas
modificaciones en nuestra conciencia y nuestro vocabulario; dicho de otro modo,
debemos ser más listos que nuestro pasado. Aprenda a tomar conciencia, con tanta
frecuencia como sea posible, de lo que está pensando y dónde invierte su energía.
Cuando se percate de que ha vuelto a sumirse en un recuerdo oscuro, ordene a su
energía que regrese al momento presente diciendo:
—Me niego a seguir avanzando en esa dirección. Abandono ese camino de
una vez por todas.
al auténtico dolor que experimentamos en su momento, sino también a que el hecho
de permanecer en recuerdos llenos de ira o amargura puede convertirse en un
hábito. Es tan fácil que nuestro espíritu regrese a donde hemos enterrado nuestro
pasado que la conciencia no capta su energía y al final simplemente nos advierte de
que nuestro espíritu se ha instalado en el pasado. Así, al cabo de un tiempo, ni
siquiera tenemos que activar de forma consciente nuestro pasado traumático; se
activa automáticamente.
El proceso para devolver esta energía al presente empieza por realizar algunas
modificaciones en nuestra conciencia y nuestro vocabulario; dicho de otro modo,
debemos ser más listos que nuestro pasado. Aprenda a tomar conciencia, con tanta
frecuencia como sea posible, de lo que está pensando y dónde invierte su energía.
Cuando se percate de que ha vuelto a sumirse en un recuerdo oscuro, ordene a su
energía que regrese al momento presente diciendo:
—Me niego a seguir avanzando en esa dirección. Abandono ese camino de
una vez por todas.
No es necesario que se ponga a gritar de rabia ni a aporrearlos cojines del
sofá. Puede desprenderse de esos recuerdos con un toque de humor, con frases
como:
— ¡Otra vez tú! ¡Largo de aquí! No tengo tiempo ni ganas de seguir pensando
en ti.
Anímese y no deje que su pasado le intimide. Deje de otorgarle poder
aferrándose a la idea de que las cosas debieron y pudieron haber sido distintas. Eso
no tiene ningún sentido.
Cuando adquiera un mayor control sobre sus pensamientos, trate de modificar
su vocabulario. Al referirse a su vida, procure utilizar el tiempo presente. Ello no
significa que no deba evocar su pasado, pero acostúmbrese a recordar sólo los
momentos felices. Cuando alguien le pregunte cómo está, responda de modo
positivo; ese debe ser su punto de partida. Si está tratando de resolver una crisis que
ha experimentado recientemente, compártala con otra persona, pero no se recree en
ella. Si el incidente le recuerda «las numerosas ocasiones en que me ocurrió esto»,
puede evocar esos momentos si y sólo si está dispuesto a tratar de descifrar el
esquema que persiste en su interior y que desencadena esos recuerdos, y romperlo.
Si, después de su peregrinaje por los recuerdos de su pasado, emerge sintiéndose
una víctima, diciendo «es inútil, haga lo que haga estoy condenado al fracaso», eso
significa que no ha comprendido el significado de recuperar su espíritu. Si desea
resolver los traumas de su pasado debe «viajar por el tiempo» con el sincero
propósito de localizar y romper esos esquemas reiterativos, y percatarse de lo que
debe aprender en esta vida.
sofá. Puede desprenderse de esos recuerdos con un toque de humor, con frases
como:
— ¡Otra vez tú! ¡Largo de aquí! No tengo tiempo ni ganas de seguir pensando
en ti.
Anímese y no deje que su pasado le intimide. Deje de otorgarle poder
aferrándose a la idea de que las cosas debieron y pudieron haber sido distintas. Eso
no tiene ningún sentido.
Cuando adquiera un mayor control sobre sus pensamientos, trate de modificar
su vocabulario. Al referirse a su vida, procure utilizar el tiempo presente. Ello no
significa que no deba evocar su pasado, pero acostúmbrese a recordar sólo los
momentos felices. Cuando alguien le pregunte cómo está, responda de modo
positivo; ese debe ser su punto de partida. Si está tratando de resolver una crisis que
ha experimentado recientemente, compártala con otra persona, pero no se recree en
ella. Si el incidente le recuerda «las numerosas ocasiones en que me ocurrió esto»,
puede evocar esos momentos si y sólo si está dispuesto a tratar de descifrar el
esquema que persiste en su interior y que desencadena esos recuerdos, y romperlo.
Si, después de su peregrinaje por los recuerdos de su pasado, emerge sintiéndose
una víctima, diciendo «es inútil, haga lo que haga estoy condenado al fracaso», eso
significa que no ha comprendido el significado de recuperar su espíritu. Si desea
resolver los traumas de su pasado debe «viajar por el tiempo» con el sincero
propósito de localizar y romper esos esquemas reiterativos, y percatarse de lo que
debe aprender en esta vida.