Por: J. Herculano Pires
La obsesión mundial por el alcohol, en el plano humano, corresponde a un cuadro espantoso de vampirismo en el plano espiritual. La medicina actual sigue siendo renuente – e infelizmente en los sectores más ligados al asunto, como lo es la psicoterapia – en aceptar la tesis espírita de la obsesión. Las investigaciones parapsicológicas ya revelaron, en los mayores centros culturales del mundo, la realidad de la obsesión. Desde Rhine, Wickland, Pratt, en los Estados Unidos, a Soal, Carington, Price, en Inglaterra, hasta los parapsicólogos materialistas, el descubrimiento del vampirismo se realizó en cadena. Todos los verdaderos parapsicólogos, de renombre científico y no marcados por la obsesión del sectarismo religioso, proclaman hoy la realidad de las influencias mentales entre las criaturas humanas, y entre estas y las “mentes desencarnadas”.
Jean Ehrenwald, psicoanalista, llegó a publicar un importante libro titulado: Nuevas Dimensiones del Análisis Profundo, corroborando las experiencias de Karl Wickland en Treinta Años Entre los Muertos. (Ed. Koogan), en la actualidad en Europa, acompañado por varios investigadores, efectuó experiencias a controle remoto de la conducta humana por medio de la telepatía, obteniendo resultados satisfactorios. Nada de eso vale para los que se obstinan en la negación pura y simple, como hacían los científicos y los médicos del tiempo de Pasteur en relación al mundo bacteriano.
Los cuadros de Cornélio Pires sobre la obsesión alcohólica son solo un juego poético. Ellos nos muestran – en un panorama del lado oculto de la vida – la mecánica de ese proceso obsesivo. Espíritus enemigos, (que ofendimos gravemente en existencias anteriores), nos excitan el deseo inocente de “tomarnos un trago”. Aceptamos la “idea loca” y Espíritus vampiros son atraídos por las emanaciones alcohólicas de nuestro cuerpo. A partir de entonces, como aconteció a Juca de João Dório, “nos dirigimos a la botella” y fuimos a terminar en el sanatorio. Los Espíritus vampiros son viciosos que murieron en el vicio y continúan en el mundo espiritual inferior, aquí en la Tierra, buscando ansiosamente sus “tragos”. Se satisfacen con las emanaciones alcohólicas de sus victimas y pasan a succionarlas como vampiros psíquicos.
En las instituciones espíritas bien dirigidas ese proceso es bastante conocido, y son muchos los infelices que se salvan después de un tratamiento serio. En los hospitales espíritas las curas son numerosas. Véase la obra del Dr. Ignacio Ferreira: Nuevos Rumos de la Medicina, relatando las curas realizadas en el Hospital Espírita de Uberaba. No es solo la obsesión alcohólica la que está en juego en los procesos obsesivos. Los desvíos sexuales ofrecen un cuadro tal vez mayor y más trágico que el alcohol, porque es más difícil de ser tratado.
Tiene razón el poeta caipira al advertir que el “alcohol, para ayudar, es cosa de la medicina”. Solo en las aplicaciones médicas el alcohol puede ser usado como remedio. Pero tenemos que añadir, infelizmente, que los médicos con los ojos cerrados hacia la realidad espiritual no están en condiciones de atender los casos de alcoholismo. Los grupos espíritas y las asociaciones alcohólicas obtienen resultados más positivos, cuando los tratamientos son bien dirigidos.
Tomado del libro: Diálogos de los Vivos – J. Herculano Pires y Chico Xavier
quinta-feira, 2 de junho de 2011
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